“A ver si nos volvés a pegar, negro de mierda”: la declaración del testigo clave, el amigo de Fernando Báez Sosa que también fue golpeado por los rugbiers
T., básicamente, fue un amigo fiel.
Fue a llorar a su compañero Fernando Báez Sosa al cementerio de la Chacarita el lunes pasado, su compañero del Colegio Marianista con el que había viajado a Villa Gesell, luego de velarlo toda la noche, encontró a un amigo en una escalera de cemento de la necrópolis y se abrazó. Alto, el más alto del grupo de amigos del Marianista, morocho, de pelo corto, T. tenía la cara herida detrás de los anteojos de lectura, el ojo izquierdo morado, los labios rotos, los codos raspados por rodar en el pavimento.
Tal como a Fernando, los rugbiers lo golpearon en la vereda frente a la disco Le Brique, lo hicieron caer. Trató de defender a su amigo. No pudo contra diez, un grupo de rugbiers en la noche que lo habían esperado para emboscarlo se...