Una calle de la ciudad de Rosario, en Santa Fe, será la primera en Argentina en llevar el nombre de una organización de la diversidad sexual, que “fue verdaderamente revolucionaria”.
El próximo martes el municipio local, junto con el Programa de Señalética de Marcas de Memoria de la Secretaría rosarina de Género y Derechos Humanos, renombrarán como “Colectivo Arco Iris” al ex pasaje 736 de Rosario, en lo que será un nuevo reconocimiento hacia la defensa de los derechos de las personas gays, lesbianas, travestis y transgénero y en las luchas contra todo tipo de discriminación.
Colectivo Arco Iris es una organización de la diversidad sexual fundada en Rosario en 1994 por Guillermo Lovagnini y Pedro Paradiso, dos activistas del movimiento LGTBIQ+.
Continuadora del Movimiento de Liberación Homosexual, en el que participó Lovagnini a mediados de los años ’80, el Colectivo Arco Iris recién obtuvo su personería en 1998, pero desde antes trabajó, entre otros temas, la problemática del VIH.
El letrero que se colocará el martes explicará que el nombre de la calles es un reconocimiento al grupo que fue “pionero en la defensa de los derechos de las personas gays, lesbianas, travestis y transgénero y en la lucha contra todo tipo de discriminación”.
Y que la organización “fue un actor político fundamental del movimiento por los derechos de la diversidad sexual en Rosario y Argentina”.
Lovagnini recordó en diálogo con Télam que “el sida asolaba, no había nada, en los ’90 recién apareció el coctel, era un cosa de muerte, muerte, y de la peor forma, y nosotros estábamos ahí”.
La asociación civil comenzó a plantear de modo público y con acciones político institucionales la cuestión de la diversidad sexual.
“Fue una organización verdaderamente revolucionaria, porque Arco Iris entró en el momento justo, aunque también teníamos en el gobierno municipal de entonces una gran mano, con el Partido Socialista”, recordó Lovaganini, quien por entonces trabajaba en el Instituto de Obra Social del Ejército (IOSE), y delegaba las apariciones públicas en Paradiso para evitarse un problema laboral.
“El esfuerzo -aclaró sobre los logros de la organización- lo hizo el activismo, fue el fruto de la lucha de tantos años de la diversidad sexual”.
Lovagnini recordó que el Colectivo Arco Iris “apareció como actor político dentro de la ciudad, cuando había legislación que no permitía entrar a personas del mismo sexo a un hotel, no había ordenanza antidiscriminatoria, no había nada”.
“Hasta los ’90 estaba la Liga de la Decencia, Moralidad Pública en la Policía”, detalló sobre el contexto de la época.
En el libro “Por aquí caminaron”, que tiene a Lovagnini como compilador y reúne una historia del movimiento de la diversidad sexual de Rosario, recuerda que Arco Iris fue la primera organización en celebrar el 28 de junio el Día del Orgullo.
Si bien el festejo se hizo en un lugar cerrado, un boliche, irrumpió personal de Moralidad Pública y el local fue clausurado.
También lograron, a fines de los 90, la renuncia del jefe de Policía de Rosario, quien en un reportaje había llamado “mascaritas sidóticas” a las travestis.
“Los que ahora se rasgan las vestiduras por las chicas trans, antes hacían silencio de radio, los partidos políticos no hablaban de eso, la izquierda tampoco, no formaba parte de la agenda revolucionaria”, puntualizó Lovagnini.
El activista señaló que la iniciativa para que se le imponga el nombre de Colectivo Arco Iris a una calle de Rosario fue promovida por él.
A pesar de los años de militancia, Lovaganini aseguró que aún queda mucho por hacer en materia de cambio cultural porque hoy lo que “hay es tolerancia, queda mal discriminar a un puto o a una torta, pero hasta que las futuras generaciones no sepan sobre sexualidad, mientras se repita la currícula patriarcal, la gente no entiende nada de eso, y todo es tolerancia”.
El activista trabaja en la aprobación de la ley de Enseñanza Sexual Integral (ESI) porque considera que “es fundamental: las futuras generaciones tienen que entender la sexualidad como lo que es”.
“Es una forma de reconocer la lucha de un colectivo que trabajó en condiciones muy distintas a las de este presente, cuando la diversidad era un tema difícil que aparecía poco en los medios, cuando eran muchas y muchos menos los que salían a la calle”, dijo Cecilia Vallina, coordinadora del Área Memoria del municipio, a Télam.
“La idea es visibilizar en el espacio público las huellas de las luchas sociales, políticas, culturales, sindicales de la ciudad”, abundó sobre el programa.
Además de nombrar formalmente la calle, el Programa de Señalética de Marcas de Memoria colocará otra cartel con el fin de otorgarle “legibilidad y darle circulación a los nombres, en tanto que son parte de la construcción de la memoria y de una historia”, dijo Vallina.
La funcionaria agregó que se trata de “abrir el sentido que tienen estos nombres en el presente” y “en algunos casos hay que construirlo, acompañar a construir el sentido de esos nombres y que su historia de lucha se ponga en valor”.
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