Prácticamente vivimos las vísperas del gran acontecimiento que movilizará a los habitantes de toda la provincia quienes habrán de celebren un nuevo aniversario de la fundación de Formosa ocurrida el 8 de abril de 1879 .
Es la evocación de la gesta del comandante Luis Jorge Fontana quien junto con un conjunto de familias de origen italiano, paraguayo y argentino estableció aquí la villa Formosa que con el paso del tiempo se convirtió en la capital del territorio nacional primero y de la provincia, luego, en este caso a partir de la decisión del entonces presidente de la Nación, el general Juan Domingo Perón , en 1955.
Hasta 1996, inclusive, fue una jornada festiva y conmemorativa reducida a los habitantes de esta ciudad.
Pero fue ese año, coincidentemente con la puesta en marcha del Modelo Formoseño para el Desarrollo Provincial, cuando toma fuerza un movimiento de políticos, estudiosos, historiadores y hombres de la cultura que coincidieron en la necesidad de generar un cambio efectivo que no solamente repare un increíble olvido sino que constituya el marco sentimental motivador de un plan de gobierno, de una planificación integral, que abarco todos los campos.
Gildo Insfran fue categórico: “Somos formoseños todos los nacidos en esta tierra bendita y amamos a Formosa y quienes llegaron de otros lares y decidieron elegirla como destino de vida”.
El 8 de abril dejo de ser la fiesta de la ciudad para convertirse en un fasto provincial, integrador de culturas, de pueblos, inspirador de sueños y de realizaciones para encontrarnos y reconocernos.
Y esa visión diferente dejó de ser una idea para convertirse en un hecho concreto en 1997 y , desde entonces, se ha convertido en el acontecimiento federal mayor de los formoseño que convoca multitudes por la presencia de escolares que prometen lealtad a la bandera propia así como de delegaciones estudiantiles y efectivos de las fuerzas armadas y de seguridad que participan del tradicional desfile cívico militar-.
COMPROMISO CON LA BANDERA
Pasaron los años y esa gesta popular que sigue emocionando porque aquello que sintetizaron el acontecimiento en el compromiso con la bandera provincial expresada por los alumnos de cuarto grados de todo el territorio hoy son profesionales , técnicos, padres de familia, formoseños que no olvidan aquel 8 de abril de 1997 del estruendoso “Si, prometemos”, hasta los globos celestes y blancos lanzados de a miles al aire acompañados por una jubilosa diana de gloria y una multitud que reina y lloraba a la vez.
Se comenzó a recrear lo que muchos soñaron y otros lo quisieron impedir: la identidad cultural de los formoseños.
Como ocurre todos los años desde 1997, cuando por primera vez los alumnos de cuarto grado de toda la provincia respondieron a la demanda que a partir de una fórmula tradicional lee el gobernador Gildo Insfrán, se reedita uno de los más emotivos y convocantes actos alusivos a la evocación de la gesta fundadora del Comandante Luis Jorge Fontana ocurrida el 8 de abril de 1879.
TRADICIONAL FÓRMULA
“Esta bandera simboliza el ser provincial. En su paño, como en un crisol, se funden nuestro origen, nuestra historia, las luchas del presente y las esperanzas de lo por venir, el calor de la unión, la hermandad, el espíritu solidario, la humildad, el trabajo fecundo y la fe en Dios”, enuncia esa solicitud del mandatario que consigna, luego, que “estos rasgos prominentes del formoseño –añade– hacen a nuestra identidad cultural única e irrepetible con la cual, desde este costado Norte de la patria, nos proyectamos a la Nación y desde allí enfrentamos los desafíos de la integración”, expresa la tradicional fórmula que pronunciará ante los escolares de cuarto grado el jefe del PEP y que marca el inicio mismo de la emotiva ceremonia.
Precisa además el texto que “esta visión de nuestra enseña, impregna el 8 de abril de un significado que excede el recuerdo del momento fundacional para convertirlo en un imperativo que nos impulsa a construir la Formosa soñada por todos y a la que no estamos dispuestos a renunciar”.
Finalmente y dirigiéndose a los alumnos el jefe del Ejecutivo demandará: “¿Prometéis mantener siempre vivo en nuestros corazones el compromiso de estudiar, trabajar y poner el mejor esfuerzo para alcanzar la paz, la prosperidad y la felicidad de todos los formoseños?”.
UN FASTO PROVINCIAL
El Decreto 417 firmado el 7 de abril de 1997 por el doctor Gildo Insfrán y refrendado por el entonces ministro secretario general del PEP, doctor Antonio Ferreira, destaca que el 8 de abril constituye un fasto provincial que por tradición e historia tiene la virtud de amalgamar y cohesionar el ser formoseño en el reconocimiento de un pasado común que se proyecta a un porvenir de grandeza, sumándose así a los símbolos de la provincia como un elemento aglutinador que enlaza los puros sentimientos de paz y concordia.
También se hace notar que resulta relevante para fomentar el sentido de pertenencia a la patria chica, hermanar la celebración histórica de la ciudad capital con los otros pueblos y ciudades de la provincia, atendiendo a que el derrotero histórico tiene su piedra basal el 8 de abril de 1879.
Ese instrumento dispuso que la recordación de la fundación debe realizarse en los distintos pueblos y ciudades del territorio provincial y se hace notar que el 8 de abril de 1879 es la terminación de un proceso histórico jurídico así como el inicio de posteriores acontecimientos trascendentes como el 16 de octubre de 1884, fecha de sanción de la ley 1.532 de creación del Territorio Nacional de Formosa y el 28 de junio de 1955, fecha en que se promulgó la Ley 14.408 de provincialización de Formosa.
“Es de justicia histórica considerar el 8 de abril como la fiesta provincial de recordación histórica, materializándose el sentir profundamente arraigado en todo el ámbito provincial de celebrar el día señalado como la fiesta de la fundación de Formosa”, expresa ese instrumento que rige desde hace 19 años.
Lo cierto es que después de dos años y con la mejoría observada en la situación epidemiológica los formoseños vuelven a rendir homenaje a sus orígenes y protagonistas de su fundación.
Por Justo L. Urbieta