LA CHIPA ES FUROR EN PINAMAR

LA GRAN IDEA DE SALIR A LA PLAYA A OFRECER, CANASTO EN MANO, LA “CHIPA CALIENTE” SE LE OCURRIO A UN PARAGUAYO QUE HOY, GRACIAS AL ÉXITO DE LAS VENTAS  YA TIENE DOS LOCALES EN LA COSTA

Si de salir adelante se trata, no hay excusas: se necesitan ganas, ingenio y a veces estar en el lugar exacto, lo que  contribuye a que algunos negocios sean un verdadero furor

Esto le sucedió  a Diego Molina, un paraguayo de nacimiento y que desde hace seis años decidió instalarse en Pinamar. Junto a su padre decidieron no quedarse de brazos cruzados, buscarle la vuelta a la complicada situación económica que atravesaban y pusieron manos a la obra. El éxito llegó de la mano de su chipería, a la que Diego vuelve hasta dos veces por día para cargar su canasto y así complacer a los turistas que lo buscan a toda hora para poder comprar  la chipa sin gluten que vende a $70.

“Mis viejos viven en Buenos Aires. Yo me vine para Pinamar después del primer verano que incursionamos con la venta, eso fue en el 2014. Vinimos con mi papa en camioneta a probar, trajimos mil unidades, y en un fin de semana vendimos todo. A partir de ahí decidí instalarme todo el verano y después durante el año”

“Nos genera mucho orgullo saber que fuimos los primeros en probar vender chipa en Pinamar. A medida que paso el tiempo el negocio se fue expandiendo y nosotros también decidimos invertir para que la mercadería sea fresca, del día, y podamos además distribuir al resto de la Costa Atlántica”

Pero… hay una característica que a la chipa de Diego la diferencia de los que, mucho tiempo después, se instalaron para competir con él: lleva en su remera el logo SIN TACC, advirtiendo que el producto que ofrece no tiene gluten.

Lo que surgió como una “prueba piloto” se convirtió de  a poco en un modo de vida, de la chipería chiquita en Buenos Aires, los Molina pasaron a tener otras dos que producen solo para balnearios de la Costa Atlántica, una en Pinamar y otra en Mar Chiquita.

Hoy Diego cuenta que logró progresar, comprarse su primer auto y más tarde su primera casa. De igual manera, a diario va y viene caminando hasta el muelle. Su jornada arranca a las 10 de la mañana y termina a las 18 o 19 horas cada día. En su canasto lleva lo más preciado. Y lo que le permitió convertirse en el REY DE LA CHIPA PINAMARENSE.