Con un golazo de Lautaro Martínez, la Selección sacó adelante un partidazo ante Colombia para levantar un nuevo título.
Argentina campeón y contando. Argentina campeón, no importa cuándo leas esto. Mareados de tantas vueltas olímpicas, de tanta emoción. La Selección lo hizo de nuevo, la Selección logró el bicampeonato de América. La Selección te hace llorar, gritar y disfrutar. Para ir al Obelisco, a la playa de Miami o a cualquier lado. Cuando más había que jugar, jugó, se la bancó sin Messi y le ganó con un golazo en el suplementario, con una jugada de los tres cambios: quite magistral de Paredes, pase cinco estrellas de Lo Celso y Lautaro Martínez para dejar en claro que también es crack en la Selección.
Definición de Scaloneta. Un grupo de muchachos que consiguió lo imposible. Un grupo de jugadores que tiene ganado el oro, la plata, el bronce. Una estatua para cada uno, al lado de la de Lionel Messi y Ángel Di María. Otra vez lo hicieron. Esta vez con el capitán llorando en el banco de dolor y de emoción, con Angelito lagrimeando por esta última vez tan perfecta que parece irreal.
Si la Selección se repuso a todo lo que le pasó esta noche en Miami, es indestructible. En una final desvirtuada por escándalo que hizo que el partido comenzara 80 minutos después de lo pactado, con un show propio del fútbol americano, con un entretiempo XL -se multó entrenadores por un par de minutos- con un señor de moñito estilo noches de boxeo en Las Vegas para presentar a Shakira -qué bien canta-, la Scaloneta mantuvo la corona. Bien arriba, para dejar en claro que este grupo es mucho más que Messi y Di María. Que esta Copa América se meterá en los corazones de manera inmediata.
El fútbol es un deporte que se gana y se pierde. En situaciones muy parejas, hay detalles que a veces marcan de qué lado cae la moneda. Venía siendo cayendo seguido del lado de la Selección por capacidad, por jugadores, por Messi, por Dibu y Scaloni, y otra vez fue cara. Porque estos jugadores tienen coraje increíble, tienen fuego sagrado. No les importó ni el Maracaná, ni Wembley ni Qatar. Corrieron hasta acalambrarse por un objetivo y lo ganaron con total justicia, jugando el mejor partido del torneo el día justo y en el lugar indicado.
Hay que aplaudir hasta el amanecer y hay que valorar cada uno de estos logros, de estos cuatro logros increíbles en poco más 1.100 días. Y hay espacio para seguir creciendo, para seguir soñando. Empieza una era distinta, sin Di María y eso habrá que sobrellevarlo, pero después de lo que pasó en Miami quién puede dudar de estos muchachos. Queda al frente el capitán Messi y una generación del carajo, que tiene juventud y talento para encarar las Eliminatorias, y para volver a soñar con un Mundial.
Al revés de lo que se hubiera pensado y con lo desnaturalizado que fue todo lo que ocurrió en la previa de la final, con los jugadores ocupados más por saber cómo estaban sus familiares -lógicamente- en el desmadre que fue la parte exterior del Hard Rock, ambos equipos se metieron rápido en partido. La Selección avisó a los 40 segundos con el tiro de Julián, Colombia respondió al toque con el tiro en el palo de Córdoba.
En el round de estudio, a la Selección le pesó más el primer tiempo porque le cuesta jugar cuando no tiene la pelota. Y el equipo de Lorenzo sabe manejarla muy bien: abría la cancha, estiraba a la Scaloneta, hacía daño por afuera para terminar por adentro. Fue un pasaje del partido complejo, hasta que apareció una buena jugada colectiva, que no terminó en gol porque Messi la mordió y a Julián le rebotó en el camino. El calor insoportable empezó a jugar en contra del espectáculo. El juego se hizo lento y las llegadas a los arcos mermaron, solo el tiro de Lerma que tapó Dibu y el cabezazo de Tagliafico tras una pelota parada.
El segundo tiempo fue todo de Argentina. Mereció no ir al suplementario. Fue al frente con o sin Messi. Aguantó el momento emocional de quedarse sin su capitán y se llevó puesto al rival desde todo los aspectos: físico, táctico y futbolístico. Le faltó ese toque de fortuna para definirlo en los 90′ porque las chances las tuvo, todas en los últimos 15′ cuando las piernas más pesaban. La tecnología atragantó el grito de Nico, quien después tuvo dos más que se fueron muy cerquita.
Crónica Olé