Así lo evidencia una encuesta que señala que los cortes “de reunión” casi no se venden, mientras que los más buscados son aquellos para hacer guisos y milanesas.
El impacto de la pandemia de coronavirus Covid-19 y la necesidad de cumplir con una estricta cuarentena para intentar ralentizar los contagios no dejaron espacio de la vida sin alterar. Incluso uno de esos espacios “sagrados” para muchos argentinos, como es la parrilla, no permaneció ajeno a los cambios experimentados desde el pasado 20 de marzo.
Así lo demostró el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) que a través de una encuesta on line realizada entre 1.100 personas reflejó cómo cambió la forma de comer carne en las últimas semanas
El estudio ratificó algunas cosas que se esperaban merced del aislamiento social, preventivo y obligatorio y descubrió otras no tan evidentes. Así, el IPCVA confirmó que los denominados “cortes de reunión” (asado, vacío, mollejas, achuras y matambre) casi no se venden y llenan los freezers de carnicerías y supermercados mientras que otros cortes, como los utilizados para hacer guisos, milanesas y los de recetas caseras más tradicionales que vuelven a la mesa gracias al mayor tiempo disponible en los hogares, son ahora los más buscados.
De acuerdo con el informe la preocupación por el precio le sigue ganando a la calidad, pero es un factor que pesa menos entre los hombre menores de 35 años que se convirtieron en los nuevos “compradores designados” durante la cuarentena.
Asimismo el nivel de stockeo entre las familias de bajos recursos duplicó al de los sectores más acomodados en un claro intento de los primeros por “ganarle” a la inflación.
En números: el 27 % de las personas compraron carne vacuna en cantidad, pero “mientras que en el segmento de nivel socioeconómico más acomodado (ABC1) solo un 13% compró carne en cantidad para sobrellevar la cuarentena, en el nivel más bajo (D1D2) ese porcentaje trepó al 31%”, señaló a Clarín Adrián Bifaretti, jefe de Promoción Interna del IPVCA y responsable del estudio.
El precio “es lo que más importa al momento de comprar carne (lo destaca un 40% de los consultados). Le siguen la calidad (25%) y la confianza en el punto de venta (23%) y un escalón más abajo la cercanía del punto de venta (7%) y la practicidad para cocinar (5%)”, puntualizó Bifaretti.
La segmentación socioeconómica expuso que “en aquellos hogares con ingresos mensuales del grupo familiar iguales o menores a 58 mil pesos, el precio cobra más relevancia en la compra. En los hogares con el mayor ingreso familiar mensual de toda la población cobran más peso la cercanía y la practicidad para cocinar como desencadenantes de la compra”
También afloran las distinciones de género y de edad a la hora de consumir carne. Mientras las mujeres le otorgan más importancia relativa al precio sobre la calidad frente a los hombre (41% y 24%), mientras que la representación masculina achica esa diferencia un poco (38% a 26%).
En tanto, mientras que el 40% de la población manifiesta que el precio es la variable más importante, los millenials (26 a 35 años), responden en un 33% a este factor y en un 28% a a la calidad, mientras que entre los adultos de mediana edad y los mayores, esa brecha se amplía a 41/ 21%, respectivamente.
Por otra parte no parece alterarse en cuarentena el patrón tradicional de compra de carne en Argentina. Las carnicerías siguen siendo el canal de más peso con casi un 60%, mientras que los super e hipermercados canalizan casi el 30% de las ventas.
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